Aunque existen más de 1550 especies de moscas blancas, Bemisia tabaci es la más cosmopolita, polífaga y perjudicial en el campo agrícola. Tanto las ninfas como los adultos provocan el debilitamiento de las plantas y favorecen la aparición de fumagina. Las ninfas también pueden inducir alteraciones fitotóxicas (síndromes) en ciertas hortalizas. Sin embargo, en los trópicos su mayor impacto se debe a que son vectores de varias especies de virus. Para enfrentarse al binomio B. tabaci-virus, se puede recurrir a la noción y las prácticas del manejo integrado de plagas bajo el enfoque preventivo.
En los ambientes tropicales no existe la marcada estacionalidad de otras regiones del planeta. Por el contrario, hay gran estabilidad térmica a lo largo del año, lo que sumado a la alta precipitación pluvial y al fotoperíodo casi constante, promueve que los insectos herbívoros muestren ciclos de vida ininterrumpidos, con gran traslape de generaciones y de estadios. Después de 57 años de acuñado el término de Manejo Integrado de Plagas (MIP), los predios hortícolas en los trópicos representan escenarios donde día a día se libra una incesante lucha por darle sentido y concreción a este paradigma, para beneficio de los productores, así como de la sociedad como un todo.
El término entomopatógeno se refiere al microorganismo que es capaz de causar una enfermedad al insecto plaga, conduciéndolo a su muerte después de un corto período de incubación. Hoy en día se conocen pocas especies de estos microorganismos, aunque muchos de ellos atacan a una gran variedad de insectos plaga que afectan a los cultivos.
De todas las enfermedades de las plantas, las causadas por los virus son las más difíciles de diagnosticar. Aun cuando es causado por el mismo virus, la sintomatología varía dependiendo de la interacción del virus y el hospedante, y de las condiciones ambientales. La respuesta del cultivo a una infección puede ser desde asintomática hasta una enfermedad severa que causa la muerte de la planta. Los síntomas a menudo son poco visibles y pueden ser confundidos fácilmente con deficiencias de nutrientes o daño por herbicidas.
“Gallina ciega” es un complejo de plagas del suelo compuesto por larvas de coleópteros de la familia Melolonthidae. Los principales géneros de gallina ciega son Phyllophaga, Anomala, Popillia y Cyclocephala, distribuidos en todo el mundo tanto en climas tropicales como templados. La gallina ciega, ocasiona daños considerables a diversos cultivos y en muchos casos pérdida total de la producción. Su control hasta hace unos años se limitaba a la aplicación de productos químicos altamente tóxicos. Ante la necesidad de reducir el impacto ambiental que generaba este tipo de control, actualmente se manejan esquemas de manejo integrado, donde se incluyen organismos entomopatógenos, prácticas culturales y sólo algunos productos químicos.
El minador de la hoja (Phytomyza gymnostoma Loew) de especies del género Allium (cebolla, ajo, cebollines), también conocido como el minador de las hojas de la cebolla, fue descubierto por primera vez en diciembre de 2015 en el Condado de Lancaster, Pensilvania, Estados Unidos. Este fue el primer reporte de infestación que se confirmó en el hemisferio occidental. La plaga fue observada en el cultivo de la cebolla (A. cepa), puerro (A. porrum), ajo (A. sativum), cebollín (A. schoenoprasum) y chalota (A. ascalonicum).
Una de las enfermedades más importantes de la fresa es el moho gris o podredumbre de la fruta, causado por el hongo Botrytis cinerea, el cual puede provocar pérdidas superiores al 50 % de la producción. Botrytis cinerea es un hongo versátil capaz de crecer y reproducirse en tejidos dañados, senescentes y muertos del cultivo de la fresa. Para el control efectivo del moho gris, los productores deben implementar, cuanto antes, prácticas de manejo integrado que incluyan aplicaciones a tiempo de fungicidas en combinación con una variedad de prácticas culturales
Las aflatoxinas son metabolitos secundarios, son producidos por ciertos mohos como son Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus. Las aflatoxinas se presentan sobre los granos de maíz, ya sea en campo o en el almacenamiento, además se consideran sustancias cancerígenas tanto para animales como humanos. La FDA (Food and Drug Administration) ha establecido un “nivel de acción” de 0.02 ppm de aflatoxinas en maíz para el comercio. A partir de este nivel las agencias federales pueden tomar medidas, incluso pueden incautar el grano o prohibir su venta. Los problemas asociados con Aspergillus y aflatoxinas son más comunes en los años cálidos y secos. El hongo puede sobrevivir en residuos de cultivos y en el suelo, produciendo abundante cantidad de esporas durante la temporada de crecimiento del cultivo.
Ante la creciente preocupación social relacionada con los efectos sobre el ambiente y la seguridad alimentaria, planteada por el uso excesivo de los productos de síntesis química para el control de plagas y enfermedades de los cultivos; surge un nuevo término conocido como “Biopesticida”. Entre los agentes bioquímicos encontramos a los fitopesticidas, sustancias naturales que se obtienen a partir de plantas con propiedades plaguicidas.
La biosolarización es una técnica agrícola que ha permitido reducir las poblaciones de patógenos en el suelo con un bajo impacto ambiental. Esta técnica también disminuye la fatiga de los suelos por el monocultivo. La biosolarización en alcachofa empleando estiércol fresco de ovino (4 kg/m2) permite reducir la incidencia de enfermedades relacionadas a Verticillium y Rhizoctonia, además de incrementar la producción comercial hasta en un 56.7 %.